Un elemento invisible, desconocido hasta ahora para nuestra especie, con una gran capacidad de transmisión y replicación, ha puesto en jaque, a nivel global, la solidez del modo de vida al que, una parte privilegiada de la población, no la mayor en numero, hemos estado acostumbrados a llevar hasta ahora.
El impacto que la pandemia del Covid-19 ha tenido en nuestro país ha sido demoledor para nuestra “normalidad” en el día a día, pero sobre todo, donde mas lo esta siendo, es para nuestros mayores en edad y en especial aquellos que habitaban en residencias, dejando al descubierto el insostenible modelo de cuidado de la tercera edad imperante en España.
Si bien la disponibilidad de datos es todavía escasa, las últimas informaciones indican que habrían muerto más de 2.100 personas por esta enfermedad en las residencias para ancianos de todo el país, cerca del 25% de los fallecimientos provocados por el virus. La mortalidad en estos centros sería aproximadamente de siete óbitos por cada 1.000 residentes y entre el conjunto de la población mayor de 80 años, estaría en torno al 1,5 por 1.000, lo que pone de manifiesto el tremendo impacto diferencial de la epidemia en estos centros.
Es obvio que las residencias no estaban preparadas para esta situación. Ahora sabemos que las medidas preventivas que se adoptaron ante la crisis fueron –como en tantos otros ámbitos− tímidas, tardías e insuficientes; fue evidente la insuficiencia de medios, así como de directrices y protocolos, para hacer frente a la epidemia.
Esta situación nos lleva a preguntarnos: ¿Qué hay detrás de las propiedades de algunas residencias de mayores, la zona cero de la pandemia?. El modelo de las empresas que las están gestionando, está en el punto de mira desde el estallido de la crisis del coronavirus. «Las grandes empresas del sector en España son propiedad de fondos de inversión. Para ellos son lo mismo nuestros abuelos que una cadena de hamburguesas: entran en las empresas, las maximizan y salen en un plazo con importantes plusvalías” señaló infoLibre.
En la Comunidad Valenciana, el hecho es que una tercera parte de los fallecimientos por la pandemia, que superan en conjunto el millar, se han producido en residencias de mayores (323 hasta el pasado viernes 17 de abril) y que hay en ellas cerca de 1.400 residentes y 390 trabajadores contagiados. Las empresas que los gestionan han reclamado la ayuda urgente de la Administración para proveer de material de protección a las personas que viven en sus centros y a los trabajadores porque no eran capaces de garantizarlo. En cerca de un centenar de residencias hay contagiados. La Conselleria de Sanidad Universal y Salud Pública ha puesto bajo vigilancia permanente y ha medicalizado una treintena de esas residencias y la Fiscalía ha abierto diligencias de investigación al menos en ocho de ellas.
Convertido en un ámbito horroroso del ataque de la pandemia, el sector de las residencias de mayores no solo habrá de reforzar las medidas preventivas. Necesitará fuertes inversiones públicas y una transformación estructural de la gestión, ya que debe ser reformado a fondo. Se trata de un cambio de modelo de vida o muerte.
¿Pero hay otro modelo de vivir la última etapa de nuestro paso por aquí? SÍ la hay. Es posible compartir conviviendo, gestionando propiamente el día a día, interaccionado con personas que constituyen el grupo en el que has decidido vivir. Sintiéndote acompañado, atendido, con capacidad y libertad de poder manifestar tus opiniones porque forman parte de la autogestión del grupo, porque con este modelo decides como quieres que sea tu día a día en compañía de las personas que has elegido para residir conviviendo y compartiendo, y esto se puede hacer, se esta ya haciendo, con el COHABITATGE o COHOUSING.
Y si os parece seguimos hablando próximamente mas detalladamente de este modelo, sin duda, mas humanizante para disfrutar la ultima etapa de nuestra presencia en este escenario que ahora estamos ocupando.
Un abrazo para tod@s y por favor ¡¡Cuidaros¡¡